La Inmaculada
LA INMACULADA
La
devoción mariana española se expresa sobre todo en dos fiestas, la Asunción, en
agosto, y la Inmaculada concepción, cuya fiesta se celebra
el
viernes,8 de diciembre, en todas las diócesis españolas.
La
Iglesia celebra el dogma de fe que nos revela que, por la gracia de Dios, la
Virgen María fue preservada del pecado desde el momento de su concepción, es
decir desde el instante en que María comenzó la vida humana.
La
inmaculada Virgen María nos muestra la necesidad de tener un corazón puro para
que el Señor Jesús pueda vivir en nuestro interior y de ahí naciese la
salvación. Y consagrarnos a ella nos lleva a que nuestra plegaria sea el medio
por el cual se nos revele Jesucristo plenamente y nos lleve al camino por el
cual seremos colmados por el Espíritu Santo.
En
Benavides comenzamos la Novena a nuestra señora el viernes 30 de noviembre y
finalizaremos el 8 de diciembre con la celebración de una Eucaristía en su
honor.
En
nuestra parroquia colocamos a nuestra Inmaculada en el altar sobre una base
adornada con telas muy finas y con muchas flores y un gran candelabro de siete
velas para iluminar la imagen de Nuestra Señora.
Nuestro
Coro Parroquial será el encargado de cantar la Novena y las misas que van a
continuación. Además, el día 8 de diciembre también cantaran la misa solemne en
honor a la Inmaculada.
Como
todos los años, nuestra Novena coincide con el inicio del tiempo de Adviento, palabra
que viene del latín “ad-venio”, que quiere decir “venir, llegar”. El Adviento
dura cuatro semanas y se podría decir que está dividido en dos partes: las dos
primeras semanas sirven para meditar sobre la venida final del señor, cuando
ocurra el fin del mundo; mientras que las dos siguientes sirven para
reflexionar concretamente sobre el nacimiento de Jesús y su irrupción en la
historia del hombre en Navidad.
A
LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Ninguno
del ser humano
como
vos se pudo ver;
que
a otros los dejan caer
y
después les dan la mano.
Mas
vos, Virgen, no caíste
como
los otros cayeron,
que
siempre la mano os dieron
con
que preservada fuiste.
Yo,
cien mil veces caído,
os
suplico que me deis
la
vuestra y me levantéis
por
que no quede perdido.
Y
por vuestra concepción,
que
fue de tan gran pureza,
conserva
en mí la limpieza
del
alma y del corazón,
para
que de esta manera
suba
con vos a gozar
del
que sólo puede dar
vida
y gloria verdadera.
Amén.
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