COMENTARIO AL EVANGELIO II DE CUARESMA

ESTE ES MI HIJO, EL AMADO, por Rafael Carmona. 

Comentario al evangelio del Domingo II de Cuaresma, 28 de febrero de 2021

 

Rafael Carmona, diácono en las parroquias de los Santos Mártires y San Juan Bautista de Málaga, ayuda a profundizar en el evangelio del segundo Domingo de Cuaresma (Marcos 9, 2-10). 

Algo debió de pensar Jesús cuando, después de la prueba del desierto, se coge a un puñado de amigos para salir del ruido, del llano, de la vida ordinaria y elevarlos, no solamente a una montaña, sino también a la contemplación del misterio que hoy celebramos: la Transfiguración.

Los seres humanos tenemos, todos, un gran temor: el miedo a sufrir, por eso huimos del dolor y buscamos el placer. Jesús resultaba para los Apóstoles y para los que lo oían predicar que era el gran Mesías del que hablaban las Escrituras y los Profetas. Así pensaban que vendría la felicidad y desaparecería el dolor. Pero, tanto los Apóstoles como el pueblo, esperaban un Mesías glorioso y que triunfase sobre el mal en todos sus aspectos.

Nosotros nos encontramos en Cuaresma. En ella se nos ha proclamado: oración, penitencia y ayuno; es decir, el camino de la cruz. Pero para poco tiempo. Luego vendrá el cielo para siempre. La vida cristiana es seguir a Jesús con la cruz; sufrir trabajos, desprecios y muerte, pero sabiendo que nos espera la transfiguración en el cielo. Los cristianos que lo son de verdad y tienen fe se animarán a llevar la cruz, sabiendo que les espera el cielo.

¡Qué poco se habla hoy del cielo! Queremos un cielo en la tierra que da poco de sí y termina. El cielo es plenitud de felicidad y no se acaba jamás. “¿Quién lo ha visto?”, dirán algunos. Jesús mismo, San Pablo y todos los santos, pero, sobre todo, la Fe de la Iglesia, que nos lo enseña.

Comentarios

Entradas populares