LA VIRGEN DEL ROSARIO




                                        LA VIRGEN DEL ROSARIO


Este uno de octubre la Iglesia inicia la celebración del mes del Santo Rosario, una oración querida por muchos santos a lo largo de la historia y que fue difundida por Santo Domingo de Guzmán por petición de la Santísima Virgen María.

El santo rosario ha sido la oración preferida por muchos santos y pontífices. Así, en octubre de 2016, el papa Francisco afirmó que "el rosario es la oración que acompaña siempre mi vida; también es la oración de los sencillos y de los santos... es la oración de mi corazón".

En nuestra parroquia desde el día uno se ha colocado la imagen de la Virgen del Rosario de Fátima sobre el púlpito acompañada de las imágenes de dos de los pastorcillos a los que se le apareció en Cova de Iría, Fátima.






El viernes 4, el sábado 5 y el domingo 6 se celebró el triduo a nuestra señora. Se rezó el rosario con la novena en la que nuestra párroco, don Paco, nos hizo una breve reflexión sobre el Ave María.







El domingo después de la misa se  salió en procesión con la imagen de la Virgen del Rosario por algunas calles de nuestra Villa.












Rosario significa corona de rosas y, tal como lo definió el propio san Pío V, es un modo piadosísimo de oración, al alcance de todos, que consiste en ir repitiendo el saludo que el ángel le dió a María; interponiendo un Padrenuestro cada diez Avemarías y tratando de ir meditando mientras tanto en la vida de Nuestro Señor.

El papa San Juan Pablo II en su carta apostólica "Rosarium Virginis Mariae" al final de la misma escribió una hermosa oración del Beato Bartolomé Longo, apóstol del rosario que dice:

Oh Rosario bendito de María, dulce cadena que nos une con Dios,
vínculo de amor que nos une a los Ángeles,
torre de salvación contra los asaltos del infierno,
puerto seguro en el común naufragio, no te dejaremos jamás.

Tú serás nuestro consuelo en la hora de la agonía.
Para ti el último beso de la vida que se apaga.

Y el último susurro de nuestros labios será para tu suave nombre, 
oh Reina del Rosario de Pompeya,
oh Madre nuestra Querida,
oh Refugio de los pecadores,
oh Soberana consoladora de los tristes.

Que seas bendita por doquier, hoy y siempre en la tierra y en el cielo.
Amén.

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